La niña de siete años, Antonio Martínez Sarrión

17:58

mira que si estuviera destrozada
si ya fue leña algún oscuro invierno
la mesa de billar ya desechada
donde aquella sirvienta contaba obscenidades
y todos nos reíamos
enamorado tú?
qué tiempo en la cocina!
el cielo raso lóbrego
corrían los ratones dios qué risa
mi madre: mira mira los ratones
cómo se están volviendo a su agujero
la cortina de trapos amarillos
las cadenas
que oímos una noche de tormenta
tú patinando por aquel casino
con tu cara oriental
y nada que creí morirme
                                      de amor
lo cierto es que te llevo muy adentro





Tema: Es difícil poder adjudicar con precisión un tema único a este poema, se podría decir que es el recuerdo del primer amor, con la inocencia y la ternura  propias de la temprana edad. Y la nostalgia que estos recuerdos provocan.

Análisis: El poeta utiliza el monólogo interior para transmitir el mensaje de los recuerdos. Es algo que aunque esté escrito en segunda persona, dirigiéndose a alguien, seguramente se quedó en algo personal y el Yo lírico nunca le llegó a hablar sobre ello a nadie.


Éste trata de hacer el poema lo más parecido posible a un monólogo interior real. Y para ello utiliza la supresión de comas, puntos y cualquier tipo de normas de puntuación.  O, por otra parte, el salto de un tema a otro en un mismo punto, y la mezcla de diferentes imágenes, que logran crear una sensación de confusión en el lector, como si fuese él quién estuviera teniendo ese monólogo consigo mismo; o si pudiese entrar en la cabeza de alguien, y escuchar sus pensamientos. 

El Yo lírico rememora algunas de las ocasiones que se le quedaron más fuertemente impregnadas en la mente sobre la feliz época que pasó junto a esta persona de la que se enamoró. Lo único que podemos saber es que habla de una niña de siete años, debido al nombre del poema.  Se trata de un amor infantil y simple. No hay descripciones físicas, salvo en el verso dieciséis, en el que recuerda  “su cara oriental”. 

Tampoco contiene comparaciones exageradas, ni idealizaciones propias del enamoramiento casual.  El soneto carece de declaraciones pasionales, o de sentimientos complejos como el sufrimiento del desamor.

En los cinco primeros versos, el Yo lírico parte de un lugar del pasado dónde él y la niña pasaban buenos momentos, entre risas, acompañados de más personas, en el calor de un hogar. 


Después de recordar con nostalgia los tiempos pasados, se pregunta a sí mismo si estaba enamorado. Pues era joven, muy niño, para saber con certeza la naturaleza de los sentimientos que le inspiraba la niña; y no estaba seguro de si era amor lo que sentía.


El ambiente que describe es algo turbio y ambiguo; el cielo es lóbrego, hay ratones y  la casa dónde habitan, tiene una cortina de trapos. Pero estos son elementos que se quedan en segundo plano. El poeta los utiliza para hacer  una enumeración durante todo el poema de los sitios en los que estuvo con ella. Mas no habla de las sensaciones que ella le hizo sentir.

Desafortunadamente, no podemos saber si los caminos entre ellos se separaron al crecer, o si al escribir esto, el poeta sigue viendo a su enamorada y existe alguna relación amorosa entre ellos.

Solo en los tres últimos versos declara que en algún momento de todos los que pasaron juntos sintió que moría de amor por ella. Y que después del tiempo que ha pasado, “lo cierto es que la lleva muy adentro”.  Esa niña fue su primer amor, y siempre será una persona muy especial para él. 




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