G.A. Bécquer, Rima LXXV

16:21


¿Será verdad que cuando toca el sueño
con sus dedos de rosa nuestros ojos,
de la cárcel que habita huye el espíritu
en vuelo presuroso?
¿Será verdad que, huésped de las nieblas,
de la brisa nocturna al tenue soplo,
alado sube a la región vacía
a encontrarse con otros?
¿Y allí desnudo de la humana forma,
allí los lazos terrenales rotos,
breves horas habita de la idea
el mundo silencioso?
¿Y ríe y llora y aborrece y ama
y guarda un rastro del dolor y el gozo,
semejante al que deja cuando cruza
el cielo un meteoro?
Yo no sé si ese mundo de visiones
vive fuera o va dentro de nosotros.
Pero sé que conozco a muchas gentes
a quienes no conozco.












Tema:
El tema de este poema es la pregunta que se hace el poeta de si, cuando duerme, su espíritu se desata de su cuerpo y se evade hacia un mundo de ideas.

Primera estrofa:
Este poema comienza con una pregunta interna, que se formula el poeta retóricamente. Personifica al sueño al decir que toca sus ojos con dedos de rosa, dando una suavidad y pureza al momento de caer en el letargo del subconsciente.
El poeta se pregunta si, al dormir, su espíritu, preso dentro de su cuerpo y dentro de su realidad, es capaz de abandonar el cuerpo, y volar. Pues para el Yo lírico la existencia humana es una prisión de la que no puede salir mientras está despierto y consciente y cree que exista la posibilidad de escapar mientras su cuerpo está más indefenso, es decir, mientras duerme.

La segunda estrofa es otra pregunta retórica. El poeta se pregunta si, en el caso de que su espíritu, sea capaz de salir de su cuerpo, a dónde va a partir de ahí. La primera idea que llega a su mente es que su alma, libre cual pájaro, sube hacia el mundo de las ideas y el subconsciente, en la tranquilidad de la noche, a encontrarse con otros espíritus.
Se pregunta si el espíritu, libre de su forma humana y lejos de la tierra, permanece en el mundo de las ideas breves espacios de tiempo, o si es capaz de estar mucho rato. Y, con ayuda de múltiples conjunciones, se pregunta si su espíritu ríe, llora, ama, y siente el mismo cúmulo de emociones que el poeta suele experimentar cuando está consciente, y que pasan por su mente, variando a la velocidad de un meteoro.

En la última estrofa, el Yo lírico hace una conclusión final, alegando que no sabe exactamente si ese sitio de las ideas está dentro de él, o si es un lugar al que solo su espíritu puede acceder; pero sostiene que “conoce a mucha gente a la que no conoce”. Es decir, que es probable que su espíritu, en ese lugar, interactúe con otros espíritus, como ha mencionado antes, y que después, cuando el poeta se cruce con sus formas humanas en su vida, sepa reconocerlas de alguna forma. 


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