Nuestra partitura

19:47

Ilustración de Henn Kim 
Supongo que empezaste a pensar que no darías un siguiente paso conmigo cuando me negué a bailar aquella noche en tu piso. Hiciste bien. Tú vivías a otro ritmo, y yo estaba demasiado desafinada por el reciente desgaste de mis cuerdas. No había que ser muy agudo para saber que por eso me dejaste de escuchar, me dejaste de tocar.
Yo por aquél entonces era una balada triste. Tú el tambor incesante en una orquesta. Yo era la versión acústica y anónima, y tú el tema original.

Pensé que había dejado de ser un solo
de guitarra
hasta que vi que tú no hacías compañía.
Juntos seríamos incapaces de crear armonía.
Tú interpretabas mis silencios de la manera equivocada
Y yo jugaba a ser espontánea con mi sonrisa ensayada.

Después dirigí
mis piezas
sueltas hacia un lugar
a salvo
de tus aplausos
en la cara.

Para cuando bajé el telón
y la guardia
tú ya me habías olvidado
empaquetado
apartado
guardado
en tu estantería de reliquias
como un trofeo carnal.


A veces me pregunto qué hubiera sido de (aquél) mi si no (lo) hubieras pausado antes de llegar al final.

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